Quisiera, coger tu mano,
apretarla fuerte con la mía
y compartir así el dolor
que llena tu cama vacía.
Coser a tu espalda alas de fuego
que te ayuden a volar de nuevo
mostrarte que no es este el fin
que tan sólo comienza el juego.
Y sé que no puedes evitar sentirte roto
vacío, herido, hueco por dentro
y es que nadie nunca te advirtió
que ningún corazón resiste al hielo.
0 comentarios:
Publicar un comentario